Zipolite. Estuve ahí algunas veces antes de ser tan conocido (Zipolite, no yo). No he vuelto y no sé cómo estará ahora. Me gustan los lugares salvajes o semisalvajes, que se presten a la aventura, al mochilazo. No por eso voy a rechazar un buen resort, también tengo mis ratos, ya saben, de pronto me gusta algo y de pronto lo contrario. Eeeeh... aclaro: soy straight, en eso no he cambiado.
Pues bien, me imagino que Zipol ya estará ahora lleno de cabañas o aún más, creo que hasta hoteles, algo escuché. Era un lugar como hecho para mi... ¿estilo?, bueno, no hay tal pero me gustaba. No sé, me la pasaba muy rico allí, aah, qué rico, las cosas que pasa uno... hacía que perdiera la noción de lo demás... eeh, la ciudad y esas cosas. Lo difícil era mentalizarme para salir de ahí.
Tengo curiosidad de saber cómo está ahora pero se me hace que le ocurrió lo que a otro lugar llamado Tolantongo. Quizá lo conozcas, está en el estado de Hidalgo, adelantito de Ixmiquilpan y hay unas grutas.
La primera vez que fui era un lugar agreste. Muchos kilómetros de terracería para llegar ahí pero valía la pena el puro paisaje, bajar la sierra, llegar al río, y las grutas una maravilla como todo lo natural. No eran un recorrido así como las de Cacahuamilpa pero tienen lo suyo, de hecho son del mismo sistema, un espeleólogo sabrá mejor pero yo sólo soy un turista. Aquí son dos grutas principales, digamos. El "túnel" y la "bóveda".
La bóveda es una cueva grande y espaciosa en donde del techo, o de la bóveda propiamente sale un chorro muy grueso de agua con mucha presión, como una megaducha, golpea muy fuerte la cabeza o los hombros (o lo que quieras poner). O te da un masaje o es un madrazo que te deja adolorido. También hay muchas otras partes ahí por donde sale agua. Dentro de esa cueva hay otra más pequeña pero para entrar en ella hay que nadar contra la corriente que sale por la pequeña entrada (creo que hay una cuerda). En ocasiones el agua saliente casi tapa esa entrada y en otras tiene un nivel en que se puede caminar con el agua hasta el pecho. A final de cuentas es el río que sale de estas cavernas.
El "túnel" es otra caverna pero es larga y de un diámetro como el de un autobús o vagón de metro (bueno, más o menos). También viene el río en sentido contrario a la entrada pero no tan fuerte y la temperatura parece de un sauna. Al fondo del túnel te podías quedar plácidamente como en un jacuzzi natural. En esa pared del fondo sale el río literalmente de la roca. También trepando un poquito por esa pared del fondo del túnel, hay un hueco por donde se puede entrar a una pequeña cuevita en donde caben unas tres o cuatro personas, pero la temperatura y la humedad, como mencioné, es como un sauna, y en ese hueco peor.
Por supuesto que como son cavernas pues no hay luz, y para ver qué onda por dentro, había qué llevar linternas impermeables o en su defecto, de tecnología mexicana, o sea, forrándolas muy bien con una bolsa de plástico, que era lo que hacíamos y funcionaba de maravilla, ya que había agua por todas partes y en algunos lugares hasta el cuello. Fotos en el interior nunca tomamos por el problema del agua. Había que llevar alguna cámara sumergible pero nadie lo hizo, y de las impermeables desechables que llevamos, no tenían flash, así que en la penumbra total eran inútiles. Nadie quería arriesgar su cámara con una mala protección.
La cosa es que al principio era un lugar agreste. Los pocos humanos que se veían eran con quienes íbamos y uno que otro de por ahí. Nos podíamos quedar a acampar en alguna "playita" a la orilla del río, sin más personas en los alrededores y con solamente el sonido de la noche y del río... bueno, también con el sonido de la guitarra y de nosotros gritando (cantando es mucho pedir) algunas canciones alrededor de la fogata y con el respectivo tequila. Se podía ir al "jacuzzi" del túnel por la madrugada a gritar a capella, o pasar la noche encuerado dentro del río porque el agua era tibia. En fin, noches chingonsísimas para por la mañana descubrir la guitarra aplastada y destrozada por... digamos por el tequila jeje. Eso me recordó una vez en Zipol de un ensayo que estuvo poca madre. No sé de dónde llegaban tantas cervezas, ellas venían a nosotros, no nosotros a ellas, nunca tuvimos que ir o mandar a alguien por más. Gracias fans, jeje. Eso sí, las guitarras sobrevivieron para la tocada, que no estuvo tan chingona como el ensayo (que acabó en peda y tocando de tocho morocho jejeje). Desperté en una hamaca como a las 7 a.m. y como estaba amaneciendo me fui a caminar por la playa y ver a los surfos agarrando las mejores olas. Aaah, eso me recuerda que no fue en Zipolite sino en Puerto Escondido. Bueno, para el caso da igual.
Finalizo con Tolantongo. Después... después cambió todo. La "civilización" llegó al lugar. Autos, camiones, gente por todas partes. Gritos de chamacos y de las madres, tías o abuelitas regañándolos. Demasiadas reglas. Caleta en Semana Santa, bueno, ni quiero imaginarme cómo se pondria en semana santa, que por suerte nunca fui en tal época. Con el agua del río hicieron unas albercas.También restaurantes o "comedurías". Lo típico. Las grutas las descubrías detrás de tanta gente.
No fue de golpe. Cada vez que iba habían "avanzado" un poco más (para mí fue un impacto esos cambios desde la segunda vez). Regresábamos porque había cuates que no las conocían pero yo estaba cada vez más traumado, la última vez que fui era insoportable. Quedarse a acampar estaba totalmente descartado porque no había un metro cuadrado disponible y aunque hubiera era desagradable. Y del silencio ni hablar ¿cuál silencio? En las grutas había tránsito de gente a cualquier hora. ¿Intimidad? imposible. No quise volver más. Me dijeron que está pavimentado el camino casi casi hasta las mismísimas grutas y hasta hay hotel, tal vez hasta gasolinera.
Me imagino que es el paso inexorable de lo que llaman "civilización".
Pero estoy seguro de que todavía quedan lugares "salvajes". Sí, sé que los hay...
Scheisse