Musulmán

Con la reciente ejecución de Saddam Hussein ordenada por Bush, y aunque no tiene ninguna relación con este hecho excepto el Islam, recordé a un excompañero de trabajo iraní, sí, de Irán, no de Irak el país que era liderado por ese "megatirano" que por cierto fue aliado de los Estados Unidos antes, mmh, qué curioso, y que era una gran amenaza para el MUNDO ENTERO debido a los montooooones de "armas de destrucción masiva" (al parecer invisibles), y que gracias a ese paladín de la justicia: George W. Bush, el pueblo irakí es ahora indescriptiblemente feliz y el mundo un lugar más seguro debido a este prócer mundial (ajá). (No, no estoy defendiendo a S. Hussein pero creo que Bush debería tener el mismo fin, con todo respeto para los chiítas y kurdos)... Me estoy desviando.

Bueno. Este compañero era, o es todavía supongo, Mohammed. Llegó un día, nos dijeron que iba a trabajar con nosotros, normal, no había pedo (aún). El wey se veía ya como de cuarenta años pero era alivianado. Físicamente podía pasar por cualquier señor mexicano con bigote, de hecho en muchos lugares le hablaban en español y no entendía un carajo jeje. Cuando me dijeron que él estaría no me lo imaginé así pero bueno. Los demás lo conocieron desde antes pues yo alcancé al grupo tiempo después, así que los demás ya se llevaban con él, las habitaciones de hotel ya estaban repartidas y el iraní no me tocaba de compañero de cuarto (afortunadamente. Yo prefería quedarme mejor con alguno de mis cuates conocidos, de más confianza). Descubrí que ellos lo trataban con la punta del pie, bueno, sólo uno que en general era medio déspota (eso le valió alguna vez un "periodicazo" jeje, pero esa es otra historia). Los demás más bien se aprovechaban de su "nobleza".

Es que el pinche Mohammed quería ser tan buena onda, tan servicial que empalagaba. Admito que yo también me aproveché de eso algunas veces cuando tenía hueva de hacer algo, al fin que este wey hacía lo que le pidieras, así que si por ejemplo te tocaba enviar los dichosos fax a Londres y no tenías ganas porque estabas en la sobremesa sólo gritabas "¡Mustafáaaaa!" (o Abdul, Ismail, Ahmed, Alí o cualquier otro nombre de esos, no por su nombre, sólo por joder) y él llegaba raudo a ver qué le decíamos que hiciera. "A ver pinche árabe, manda estos faxes" (mm, quizá omitiendo lo equivalente a "pinche"). Y no sólo lo hacía con aparente gusto, sino que además nunca se quejó de que le dijéramos "árabe", como si fuera irakí (o árabe). No sé, siento que esto podría haber sido una afrenta porque él era iraní, no hablan árabe sino persa, aunque los garabatos se parezcan. A veces, en algún manual de algún aparato electrónico, ya ves que traen las instrucciones en muchos idiomas, y a sabiendas de que la sección estaba en caracteres en árabe le decíamos "a ver, qué dice aquí cabrón" y el wey: "no sé qué dice, es árabe y yo hablo persa", y entonces nosotros "ah, qué inútil, pinche analfabeta, entonces para qué estás". Pero todo era un juego. Dicho sea de paso, a pesar de la diferencia de edades, eso nunca cambió la costumbre de tratarnos todos iguales. Yo trataba de no mancharme mucho (trataba, creo que sólo me aproveché de su diligencia alguna vez), no como ese wey, al que llamaré Pancho, que sí lo trataba mal. Si llegaba a la mesa en donde estábamos comiendo y tomaba un lugar, Pancho le decía de mala manera: "¡Y a ti quién te dijo que podías comer con nosotros! Largo de aquí!", y Mohammed muy obediente se iba a otra mesa. Nosotros le decíamos "Ya, no es cierto, no le hagas caso a este pendejo, puedes comer aquí", pero Pancho sí lo decía en serio, así que si el iraní venía a la mesa le volvía a decir "¡qué no entendiste?!". Nosotros también cagábamos a Pancho diciéndole que no se pasara pero de todos modos Mohammed optaba por comer solo diciendo: "Mejor como acá, no quiero molestar a Pancho ni a nadie". Sólo comía en nuestra mesa si veía que no estaba Pancho aunque nosotros le dijéramos que no le hiciera caso.

Creo que el problema empezó cuando fueron compañeros de cuarto. Mohammed como musulmán practicante, oraba varias veces al día, bueno, no sólo al día sino también durante la madrugada y sus cantos molestaban a Pancho (probablemente eso molestaría a cualquiera pero los modales de este wey Pancho no eran los más sutiles para decir las cosas) y no quería que hiciera eso.

Sorry, volvió a ocurrir. Pensé que sería más corto y ya no tengo tiempo.
Continuará...